sábado, 17 de noviembre de 2007

MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE

Nació en Popayán, en el año de 1967. Es miembro de la Asociación Caucana de Escritores. Profesional universitario en Literatura con maestría en Filología Hispánica del Instituto de la Lengua Española, de Madrid, España. Su trabajo literario ha sido reconocido, nacional e internacionalmente, entre otros, por los siguientes premios:2º Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 100 años, en Temuco Chile, 2004; por el Premio Nacional de Poesía Casa Silva, Descanse en paz la guerra (2003); y el Premio Nacional de poesía ciudad de Chiquinquirá (2002). Entre sus publicaciones cabe destacar Los Versos de la Iguana, 1999,200,2005; La Segunda Piel, 2004, y la novela Oscuro por Claritas publicada en el año 2000. Es docente de literatura, columnista semanal en diversos medios nacionales e internacionales.
(E-mail: valenciacalle@yahoo.com)


Cuando la muerte se disfraza

La muerte se disfraza de espectáculo y asiste a un carnaval. La muerte entre ríos de licor y gritos de fiesta se mete a una batalla de flores. La muerte se recupera de su mala fama y se deja acariciar, besar y gritar. La muerte crea mundos con esencias vitales para premiar a los que sueñan, a los que bailan a su lado en hilos de música, de sol, del sudor, de mar.
La muerte de fiesta no se mortifica ni cohabita con el dolor de nadie. No quita esperanzas pero tampoco sirve de salvavidas. La muerte baila sus alegrías y no interroga ni pacta, ni quema para el olvido de las desgracias, ni engendra ilusiones en los desheredados. La muerte no hace promesas con cantos ajenos, ni habla con nadie para que vuelva al latir el corazón de los poetas.


Por estos lados del mundo

Por estos lados del mundo nos azota una extraña enfermedad. La otra cara de la melancolía para sorprender a los desconocidos. Una larga nota musical que no nos ayuda a descubrir la crueldad, a enrollar las angustias. Un puñado de difuntos que nos tapiza el pánico y nos llena de brisa triste la sonrisa. El idioma del abandono.
Todos andamos con la carne desgarrada, el corazón lapidado y las entrañas sin misericordia. Con los ojos dorados después de haber visto todos los horrores, los vértigos y desastres que se viven cuando hay una guerra.